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La flor de nuestra palabra sigue viva

10 May, 2006 | Comunicados

10 de mayo de 2006

Reenviamos el siguiente comunicado que nos llegó de compañeros y compañeras mayas que reiteran su oposición a una ley estatal en materia indígena mientras no se respeten los Acuerdos de San Andrés.

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A menos de un año de haber ejercido el derecho a decir nuestra palabra en contra de una iniciativa de ley para el pueblo maya, hoy nuevamente el gobierno y los partidos políticos amenazan en su necia terquedad, por así­ convenirle a sus intereses, al presentar una iniciativa de ley para seguir controlando la vida del pueblo maya, precisamente ahora, cuando se cumplen cinco años de esa ofensa contra los pueblos originarios que fue la contrarreforma indígena federal que traicionó los Acuerdos de San Andrés.

Los diputados fueron sordos a nuestra palabra. Hemos vigilado los pasos que están dando y lo decimos abiertamente: sabemos cómo es su modo de hacer leyes, de negociar bajo la mesa por pura cuestión de intereses políticos y partidistas. No les creemos para nada que este interés de legislar una ley para los mayas sea pensando en reconocer los derechos plenos del pueblo. Porque, sí­ así­ fuera, los que se supone representan al pueblo que los sentó en la silla que ahora ocupan, ya hubieran llevado la palabra de los miles de mujeres y hombres mayas al Congreso de la Unión para que se retome y se reconozcan en la Constitución Federal las demandas exigidas en los acuerdos de San Andrés.

Las legisladoras y legisladores se equivocan si creen que estamos dormidos. Estamos atentos a todos los pasos que amenacen al pueblo maya, por eso vigilamos a los diputados.

Nos llama mucho la atención que el Indemaya y el grupo parlamentario del PAN en días recientes presentaron sus iniciativas de ley para nosotros, en un tiempo muy cercano a las próximas elecciones. Claro, sabemos que ellos sólo se mueven más rápido en estos tiempos para ganar votos y hacernos creer que nos están haciendo un favor. Este truco es muy viejo, ya nadie les cree y nosotros menos. Ellos ni siquiera entienden cuáles son nuestros derechos.

Los hombres y las mujeres mayas que firmamos este comunicado lo firmamos también el año pasado, cuando en un primer intento del Indemaya, la Comisión para el desarrollo de los pueblos indígenas y la Comisión del Congreso del Estado para los asuntos de la etnia maya, hicieron una “consulta” con el objetivo de presentar una iniciativa de ley para el pueblo maya de Yucatán.

Ya hemos dicho que NO en nuestro nombre se haga una ley mientras no se respeten los Acuerdos de San Andrés. Las razones que tenemos las hemos dicho y las sostenemos. Creemos que esta nueva iniciativa de ley es una más de las violaciones a los derechos que se cometen en contra de los pueblos originarios de este país.

Estos hechos que se han estado dando en diferentes puntos de la República, y ahora nuevamente en Yucatán, solamente nos confirman la discriminación y el desprecio que sienten por nosotros los que están en el poder, al pretender seguir regulando la vida de los hombres y mujeres que por más de 500 años hemos resistido y luchado ante un sistema discriminatorio y autoritario que se ha propuesto el objetivo de acabar con nuestra identidad cultural.

A las primeras voces que manifestamos que No en nuestro nombre maya hagan una ley mientras no se reconozcan los acuerdos de San Andrés se suman día a día otras voces y nuestro corazón se llena de alegrí­a por escuchar las pisadas que anuncian más encuentros.

A quienes firmaron y a quienes no han firmado les queremos decir que ya somos muchos, pero muchos más que las primeras dos mil personas que nos pronunciamos en contra de la primera amenaza de legislar por nosotros. Tal vez por ese motivo los diputados están desesperados para hacer una ley que nos siga controlando nuestra existencia, haciéndonos creer que sólo ellos saben lo que nos conviene.

Las mujeres y hombres mayas de Yucatán sabemos que no estamos solos en esta lucha. El sonido del caracol ha recorrido ya muchos pueblos de Yucatán y hasta de otras partes y encuentra que cada vez es más grande nuestra palabra y es nuestra palabra maya la trinchera desde la que vamos a luchar contra este mal gobierno y contra todo lo que amenace al pueblo maya.

Nuestro corazón también se alegra y se entusiasma al escuchar que en todo el territorio nacional se están encontrando nuestras palabras y se están enlazando las rebeldías. Es una realidad que vemos cada vez más cerca: México y el mundo tienen que cambiar, este sistema que nos roba lo nuestro, nos arrebata hasta la vida y empobrece al pueblo para beneficio de los poderosos ya no se puede aguantar.

En septiembre del año 2005 un grupo de más de dos mil hombres y mujeres mayas juntamos nuestra palabra y pensamiento e hicimos un P’uj. Esta acción de resistencia por el respeto a nuestros derechos fue también acompañada por más de mil firmas de compañeros y compañeras que no son mayas y que en su solidaridad con nosotros dijeron su palabra para decir que tampoco en su nombre se legislara una ley para los mayas; con esta acción de exigencia y resistencia, le dijimos al congreso y al gobierno, que No estamos de acuerdo en que se haga una ley en Yucatán mientras no se respeten los acuerdos de San Andrés.

En el P’uj dijimos que las “consultas” que hizo el Indemaya junto con el Congreso del estado fueron tramposas porque no respetaron el Convenio 169 de la OIT y, además, preguntaron si queremos vivienda, buena alimentación, salud, etc. Nosotros les recordamos al gobierno que estas acciones son política pública, son derechos que deporsí­ están en la constitución, aunque ni siquiera eso respetan.

Ahora con esta nueva iniciativa de ley que presentan el Indemaya y los partidos en el congreso se confirma la discriminación del gobierno al no respetar nuestra palabra y nuestro modo de ser pueblo. El gobierno y los diferentes poderes que lo conforman no entienden nuestra cultura maya. En el P’uj les dijimos en su cara que no sentimos que ellos nos representen.

Cuando el P’uj llegó al Congreso salieron unos diputados que prometieron que iban a hacer caso de nuestra palabra, pero muchos años de historia nos hicieron dudar de ellos, lo que se confirma ahora ya que esos mismos diputados son los que en fechas recientes han presentado ya una iniciativa de ley para nosotros. En el P’uj dijimos que a nosotros los mayas se nos discrimina en el trabajo, en los juicios, en las ciudades y en las políticas. El gobierno nos trata de menos y beneficia a los que tienen dinero y poder.

Las mujeres que participamos en el P’uj, y que vivimos la doble discriminación por ser mujeres e indígenas, sabemos que estos diputados ni siquiera han hecho una ley contra la discriminación y que son malas sus leyes para la igualdad y para castigar la violencia, así­ que tampoco les creemos a los diputados.

En el P’uj nos dimos cuenta que el “Wayano’one” del gobierno a través del Indemaya es mentiroso y calla muchas cosas: No dice que los mayas estamos aquí­ pero con los peores empleos, los más mal pagados; no dice que aquí­ estamos los mayas víctimas de un sistema de justicia que no entiende nuestra cultura y ni siquiera nuestra lengua; que lejos de garantizar nuestro derecho a defendernos solamente nos perjudica. No dice que los mayas estamos aquí­ sin hospitales dignos para curarnos, que no está garantizada la educación superior para los estudiantes mayas, que el gobierno nos despoja de nuestra tierra aprovechando la situación de pobreza que padecen los pueblos.

Hoy repetimos que No en nuestro nombre se haga una ley que no garantiza el pleno reconocimiento a los derechos indígenas del pueblo maya,
Que no en nuestro nombre se haga una ley que sigue condicionando y otorgando derechos sujetos a las leyes occidentales impuestas desde hace más de 500 años,
Que no en nuestro nombre se haga una ley para los mayas que venga de los intereses de un gobierno que no es indígena que no conoce y no entiende al pueblo.
Que no en nuestro nombre se haga una ley ajena a la demanda nacional de los pueblos indígenas, exigidos en los acuerdos de San Andrés y traicionados por el gobierno y los partidos políticos.

¡No en nuestro nombre!

Los diputados no pueden usar nuestro nombre para justificar su ley, pero ya no es para ellos nuestra palabra pues fueron sordos a nuestra voz.

La flor de nuestra palabra se encuentra con otras palabras verdaderas de las que brota más que alegrí­a, vida plena, el ki’imak o’olal.

Cecilia Uh Jiménez, Margarita Carvajal, Roger May, José Anastasio Euán Romero, Randy Soberanis Dzul, Elma Pool Coot, Silvia Chalé Euán, Lidia Cruz Vázquez, Xavier Azueta Chalé, Zacarías Romero Chalé, Silvia Coot Kumán, Pedro Uc Be, Russel Pebá, Angel Ku Dzul, Álvaro Mena, Madhavy Tello Garcí­a, Rollely Be Castillo, Elizabeth Durán Segura, Edilberto Argáez González.

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